Horas antes de unas elecciones municipales en las que Rishi Sunak se juega su futuro político, si los resultados confirman la debacle conservadora que vaticinan los sondeos, la policía británica se ha lanzado a detener a inmigrantes en situación irregular con el propósito de enviarlos a Ruanda. Desde el pasado lunes, agentes del Ministerio británico del Interior han comenzado una redada por toda Inglaterra en busca de solicitantes de asilo a los que se ha denegado ya su solicitud. Los han buscado en los hoteles donde el Gobierno les había ofrecido hasta ahora alojamiento, y en las mismas oficinas de Visados e Inmigración donde algunos de ellos acudían a la cita rutinaria con el funcionario que llevaba su caso, o a recoger los 57 euros (61 dólares) semanales que el Gobierno les asigna para su manutención.
En el edificio de Luna House, en el barrio londinense de Croydon, donde se encuentra la sede central de Visados e Inmigración, ha habido protestas a lo largo del día.
Los detenidos, no más de un par de decenas hasta el momento, forman parte de un grupo de 5.700 personas en situación irregular llegados al Reino Unido antes de junio del 2023 a los que se ha negado la condición de refugiados. El ministro del interior, James Cleverly, ha descrito las detenciones como “un hito más” para alcanzar el compromiso de Rishi Sunak de “detener los botes”. Las deportaciones a Ruanda persiguen un propósito disuasorio para frenar a los inmigrantes que llegan hasta las costas de Inglaterra a bordo de embarcaciones que cruzan el canal de la Mancha. Este mismo martes, según cifras del Gobierno, han realizado esa travesía otras 268 personas. En lo que va de año han cruzado esas aguas 7.567 personas, un nuevo récord para esta época del año.
“Nuestros agentes del orden están trabajando a un ritmo intenso para detener con celeridad a aquellos que no tienen derecho a estar aquí, para que podamos dar comienzo a los vuelos [a Ruanda]”, ha dicho Cleverly. “Es una operación compleja, pero estamos absolutamente decididos a llevar a cabo el operativo policial, frenar la llegada de embarcaciones y quebrar ese modelo de negocios que consiste en el tráfico de personas”, ha advertido.
Todos los individuos detenidos serán trasladados a alguno de los siete centros de retención que el Gobierno ha preparado, a la espera de que se pongan en marcha los vuelos, en un plazo de entre nueve a once semanas. Los señalados para la deportación tendrán derecho a una llamada telefónica, en las 24-48 horas después de su detención, para llamar a abogados del turno de oficio. Dispondrán de ocho días para suministrar pruebas de que “corren el riesgo de un daño irreversible” si son enviados al país africano.
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El Ministerio del Interior ha entrenado a 200 funcionarios nuevos para manejar las peticiones de asilo; 500 personas están ya preparadas para escoltar durante el viaje a Ruanda a los inmigrantes que vayan a ser deportados, y otras 300 están recibiendo ya formación para reforzar ese esquema de seguridad. La justicia británica ha puesto en marcha 25 nuevos juzgados y 150 jueces especializados para atender las reclamaciones de los recién llegados.
La ley deja un mínimo hueco de salida a aquellos inmigrantes señalados para viajar a Ruanda. Si padecen problemas físicos o mentales graves, o han sido víctimas de tortura o de tráfico de personas, pueden intentar recurrir ante los tribunales británicos. Para el resto, una vez llegados a su destino, ya no será posible ningún tipo de solicitud al sistema británico.
Tensión en Dublín
En Dublín, la policía ha desalojado, en una operación que ha comenzado en la madrugada de este miércoles, a los casi 300 inmigrantes irregulares que llevaban meses acampados alrededor de la Oficina de Protección Internacional. Se había convertido en un montón de tiendas de campaña, colchonetas y enseres en el centro de la ciudad, y las autoridades han echado mano de grúas, camiones y autobuses para desalojar a un grupo de personas que comenzaba a ser un problema político para el Gobierno.
A lo largo del día, la mayoría de ellos han sido trasladados hasta un par de instalaciones preparadas para acogerles en las afueras de la ciudad.
La crisis de los inmigrantes ha provocado un enfrentamiento diplomático entre Dublín y Londres. El Gobierno irlandés acusa al británico de haber provocado una huida de inmigrantes, desde territorio británico y a través de Irlanda del Norte, desde que anunciara el comienzo de los vuelos a Ruanda.
Dublín reclama al Gobierno de Sunak que recoja a los inmigrantes que sean devueltos, pero el Ejecutivo británico se niega a acogerlos, y exige que Francia haga lo mismo con los que cruzan el canal de la Mancha.
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